Estados de inquietud:

cómo reconocer lo que estoy sintiendo

En la vida cotidiana, muchas personas experimentan estados de inquietud o preocupación intensa ante situaciones que perciben como amenazantes, ya sean reales o imaginadas. Estas sensaciones suelen aparecer cuando se anticipa algo que podría ocurrir y generan una vivencia interna de tensión o malestar.

Entre las experiencias más habituales asociadas a estos estados pueden encontrarse nerviosismo, agitación, sensación de alerta constante o pensamientos repetitivos sobre posibles escenarios negativos. Algunas personas también perciben cambios en su ritmo habitual, como una mayor inquietud corporal, dificultad para relajarse, sensación de aceleración interna o alteraciones en sus hábitos diarios, como el apetito o el descanso.

Cada una de las técnicas, manipulaciones y masajes-Tuina que forman parte de nuestro trabajo se desarrollan siguiendo los principios de las tradiciones chinas, entendidas como saberes culturales orientados al bienestar, al equilibrio personal y al autocuidado.

¿Quiénes suelen experimentar estas sensaciones?

En algunas personas, los estados de inquietud aparecen con mayor intensidad cuando afrontan la vida desde el temor, la necesidad constante de seguridad o el deseo de que todo se mantenga bajo control. Cuando surgen imprevistos, dificultades o cambios inesperados, estas sensaciones internas suelen hacerse más evidentes, generando malestar o tensión.

En general, las personas tienden a sentirse más tranquilas cuando perciben que las situaciones son previsibles, manejables y que existe alguna posibilidad de encontrar una solución. Sin embargo, no todos reaccionan de la misma manera ante circunstancias similares: lo que para unos resulta inquietante, para otros puede pasar prácticamente desapercibido.

La forma de vivir estos momentos depende en gran medida de cómo cada persona interpreta lo que ocurre, de sus pensamientos, experiencias previas y de la valoración personal que hace de cada situación. Por ello, ante un mismo suceso, las reacciones pueden ser muy diferentes de una persona a otra.

Los estados de inquietud pueden manifestarse de distintas formas, apareciendo de manera aislada o combinada según la persona y la situación que esté atravesando.

Las sensaciones de inquietud pueden expresarse de múltiples maneras y variar de una persona a otra. Algunas de las experiencias más habituales incluyen nerviosismo interno, sudoración, tensión corporal, sensación de aceleración, dificultad para conciliar el descanso, irritabilidad o una percepción de alerta constante. En ciertos casos, también pueden aparecer miedos intensos, sensación de agitación o dificultad para respirar con normalidad.

En muchas ocasiones, estas sensaciones no surgen necesariamente en momentos de presión o actividad intensa, sino cuando la persona se encuentra más tranquila o relajada. Por este motivo, es frecuente sentirse inquieto sin identificar con claridad el origen de lo que se está experimentando, lo que puede generar aún más confusión o preocupación.

Dado que las experiencias de inquietud y preocupación pueden presentarse de formas muy diversas, a continuación se ofrece una orientación general y divulgativa sobre algunas maneras habituales en las que estas sensaciones suelen manifestarse en la vida cotidiana, según descripciones ampliamente difundidas en el ámbito informativo.

Estados de inquietud prolongada
Algunas personas viven la preocupación y la inquietud de forma casi constante, no solo ante situaciones exigentes o imprevistas, sino también en su día a día. En estos casos, los pensamientos de alerta o anticipación pueden aparecer con frecuencia, mantenerse en el tiempo y resultar difíciles de gestionar, incluso cuando no existe un motivo claro o inmediato.
Estas preocupaciones suelen sentirse intensas y persistentes, ocupando gran parte de la atención mental y generando una sensación continua de tensión o intranquilidad.
2. Sensaciones de pánico y desbordamiento

 

Algunas personas pueden vivir episodios de miedo muy intenso acompañados de sensaciones extremas, como una percepción de peligro inminente o dificultad para respirar. Estas experiencias suelen resultar muy impactantes y generar una fuerte sensación de desbordamiento, tanto a nivel emocional como corporal.
En determinados momentos, la intensidad de estas vivencias puede ser tan elevada que la persona sienta la necesidad de buscar apoyo externo inmediato o un entorno donde sentirse acompañada y protegida.
3. Pensamientos repetitivos y conductas reiteradas
En algunas personas pueden aparecer pensamientos, ideas o imágenes que se presentan de forma repetitiva y no deseada, resultando difíciles de apartar de la mente. Estas experiencias internas suelen generar una sensación de inquietud o malestar que la persona intenta aliviar mediante determinadas conductas repetidas o rutinas personales.
Estas acciones se viven como una forma de buscar alivio momentáneo o recuperar una sensación de calma y control frente a la incomodidad que provocan esos pensamientos persistentes.

¿Eres una persona de apariencia tranquila, pero en tu interior se acumulan ideas y pensamientos confusos que generan malestar?

  • 4. Reacciones persistentes tras experiencias difíciles.

En algunas personas, determinadas vivencias intensas o difíciles dejan una huella emocional profunda. Tras atravesar este tipo de experiencias, pueden aparecer reacciones internas muy marcadas que influyen en la forma de afrontar el día a día.
Como consecuencia, es habitual que la persona intente evitar lugares, situaciones o actividades que le recuerden lo vivido, ya que esos recuerdos pueden activar sensaciones de malestar, inquietud o desbordamiento emocional. Estas vivencias suelen estar relacionadas con acontecimientos especialmente impactantes que han superado la capacidad habitual de adaptación en ese momento.

5. Incomodidad intensa en situaciones sociales

Algunas personas experimentan un fuerte malestar en contextos sociales, especialmente cuando sienten que están siendo observadas o evaluadas por otras personas. Situaciones como hablar en público, participar en reuniones o exponerse ante un grupo pueden generar una gran inquietud interna, acompañada de pensamientos de juicio, crítica o ridiculización.
En ciertos casos, este malestar puede aparecer incluso en situaciones cotidianas como mantener una conversación telefónica o compartir una comida en compañía, lo que lleva a la persona a evitar estos momentos siempre que le resulta posible.

  • 6. Dificultad para sentirse seguro/a en ciertos lugares

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Algunas personas experimentan un intenso malestar en determinados entornos, especialmente en espacios amplios o concurridos, donde perciben una falta de control o de protección. Esta sensación no suele estar relacionada con el lugar en sí, sino con la vivencia interna que se activa al sentirse expuesto o vulnerable en ese contexto.
En estas situaciones, puede aparecer una fuerte necesidad de seguridad, lo que lleva a evitar ciertos espacios o circunstancias por temor a sentirse desbordado o sin recursos para afrontarlos. En los casos más intensos, esta evitación puede extenderse a limitar notablemente las salidas del hogar, como una forma de buscar tranquilidad y protección.

Es el poder de tus creencias lo que te capacita o te limita y marcarán tu actitud para afrontar los problemas que te atemorizan y quitan el sueño.

Características que deben tener las afirmaciones positivas:

  • No usar negaciones: no voy a pensar así, no tengo que tener miedo, sino “Estoy tranquilo, todo va a estar bien, ya pasó antes”.
  • Se hacen en tiempo presente: “estoy aprendiendo a calmarme” “Puedo respirar lento y en unos instantes pasará”.
  • Se hacen en primera persona: “Puedo controlar esto”.

“Cuando cambias la forma en que miras las cosas, las cosas que miras, cambian también”

Afirmaciones positivas para recuperar la calma

Poco a poco estoy aprendiendo a calmarme. Cuando aparece un pensamiento negativo, lo observo sin juzgarlo. Soy mi mejor amigo. No hay apuro: respiro con calma y pienso despacio. A veces surgen pensamientos exagerados o poco realistas, y aun así estoy bien. Me ocupo de aquello que me hace bien y me aporta bienestar y alegría. La inquietud puede resultar molesta, pero forma parte de la experiencia humana. Dejo de luchar contra el miedo y permito que pase. Acepto lo que siento y lo dejo fluir. Me perdono, te perdono, estoy en paz. SOY MI LUGAR SEGURO. .

TU PUEDES CONSEGUIRLO

Jamas permitas que te digan que tú no Puedes... incluso a ti mismo.

Esfuérzate en mantener durante más tiempo los pensamientos positivos alternativos.

Lo bueno es que como humanos somos extraordinarios para los cambios, si nos lo proponemos y ponemos el empeño suficiente.